12 de enero de 2007

JUAN PARDO VIDAL

INCRÉDULO




Cuando aquel Papá Noel terminó de concederme mi último deseo miró hacia arriba sonriendo y preguntó con acento eslavo: -¿crees ahora en mi? – y volvió a colocarse el gorro rojo y blanco, un poco ladeado, sobre la cabeza. Yo no fui capaz de articular ni una palabra, así que tan sólo asentí varias veces con la cabeza, como el perro de un salpicadero, sorprendido como un niño y con el firme propósito de volver cada navidad al Laponia.




Pd.- si los Reyes son los padres, Papá Noel son las madres.


3 comentarios:

  1. Un relato excelente, tal y como nos tiene acostumbrados el autor.

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  2. Casi que te imaginas la escena y los ojos del incrédulo

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  3. Lo que más me ha gustado ha sido las posdata jajaj
    Felíz Navidad (aunque estemos en marzo) ;)

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