Revista de creación artística y literaria

28 de mayo de 2007

SOLEDAD SÁNCHEZ PARODY

DESHECHO

Prohibido que me levantara Silo
tumbada
besada largamente arropada de nuevo
pedido que por favor no me moviera
No te muevas Misiles
yo rota yo deshuesada
yo obediente tú solideces
alfombrado grande y largo con la tienta
suave
y una mano en la fiebre.
Yo mirada y nariz
yo pequeñas heridas
sin óxido
tú recién descubiertas las costillas
las minas más vacías Pasos Déjame
contarles y tú cifras
que no
podían
y no eran
que no
sumaban
nunca
nada

Tú de pronto, tú entonces deshuesado y ellos Quiénes sois
Atónitos y el parto

Y así prohibido
que me volviera
prohibido delatar la hora el escondite No es mi sangre

Nuestro hijo deshecho
Tú eco
Tú cuándo tú muerto
Yo enana yo pacífica
Yo más desmesurándome que nunca.












Imágen: Pájaro (pequeño), Soledad Sánchez Parody
Texto: Deshecho, Soledad Sánchez Parody

21 de mayo de 2007

SERGIO ARTERO PÉREZ+DIEGO SANTOS SÁNCHEZ

ESCENA XIII

k
¿Me quieres?
Alfileres
¿Me amas?
Pijamas
¿Me adoras?
Lavadoras
Y así erre que erre la perorata del poeta pedorreta

Un perpetuo perseguir las palabras apropiadas
un perenne perecer en perseidas de perjuros
pervivir en las promesas permanentes del piano
y
todo
acaba
ahí

en pernetas
El trovador se traba
en la diatriba perentoria de las pataletras
encalla y calla


Habrá que volver al vocparbulario
Estudiar una letra
luego otra
y otra
y
sólo después
proagresión a la programática completa
Igual que perlongan las gotas perlinas de lluvia
por mi ventana
descienden
se dejan
juegan
suman
como niños
como cristales
¿Me quieres? ¿Me amas? ¿Me adoras?
como simples bufones de agua
y
todo
empieza
aquí:
alfileres pijamas lavadoras






Texto: Fragmento de Oversitura. Homenaje a Chano Domínguez en un acto único, de próxima aparición, Sergio Artero Pérez

14 de mayo de 2007

BORJA CRIADO

EL ELEVADOR




ccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccccc Dedicado al Sr. Curri

cccccccccccccccFue volviendo de la universidad, en ese ascensor que parece una máquina rústica de alguna raza arcaica, en ese elevador de metal fue donde me topé con él la primera vez, donde nos miramos como si nada, esa mirada que a mí me resultó tan familiar, y que poco después me recordó a Antonio Cruz, sobre todo por la manera de andar, un poco despistada, como perdida. Entonces yo debía tomar el autobús número cuatro, y los dos atravesamos el Pont Chauderon, pero él se desvió por las escaleras que cruzan hacia la biblioteca y le perdí cuando se metió en el túnel. Aunque claro, era imposible que fuese ese Monsieur Cruz, como le llamábamos ahora, porque debía estar supuestamente en algún arrabal del sur de Francia contemplando desde la ventana la maleza de nubes que crece en los cielos de nuestra Europa, entregado a sus cursos de español y a su literatura, y especialmente atento a aquel premio cinematográfico para el que había sido seleccionado junto con otros veinticuatro finalistas.
cccccccccccccccEsto vino pasándome como dos o tres días hasta que por fin me decidí a seguir a aquel Antonin Bouleau (pronto aprendería su nombre) por ese pasaje oscuro lleno de pintadas, entre el olor a orín y a heces, intentando no pisar a un vagabundo que dormía atravesado de pared a pared. Bajamos hasta los subterráneos del parking y de allí me llevó a una puerta en muy mal estado, protegida por un candado que habría caído fácilmente de una patada. Pero él sacó algo brillante del bolsillo de la chaqueta marrón, una chaqueta con coderas, lo recuerdo bien, y abrió la puerta y entró, y esperó a que yo entrase con él para cerrarla. Una vez dentro introdujo la llave en una ranura y el suelo empezó a subir. Yo ahí no tenía miedo, me pareció divertido, pensaba ya en plantarme delante del cuaderno cuando volviese a casa y escribir alguna historia o cuento corto dedicado a Antonio Cruz. Luego fue cuando se puso a explicarme todo el proceso, y aquello me hizo pensar en ese relato en el que un hombre recibe la memoria de un reconocido dramaturgo inglés, y él está deseando recibirla, pero descubre al final que sólo ha heredado la memoria, no el talento. Pensé acto seguido en toda la teoría de Beckett sobre la futilidad del lenguaje, y sobre eso que dicen de que la lengua es una frustración constante, pero después de este tiempo he comprendido que se trata más bien de una maldición. Y es por eso que te cuento esto antes de llegar al Pont Chauderon, porque es importante que comprendas el mecanismo, es casi más importante, diría yo, memorizarlo, recordar perfectamente el camino desde el momento mismo en que se abra el ascensor y salgas al puente, y sobre todo no olvides cruzar la mirada con otro pasajero y esperar parecerte a alguien que conozca.

ccccccccccccccYo bajo aquí, buena suerte.
m
m
m
,
,

6 de mayo de 2007

PABLO PANIAGUA


HISTORIAS SOBRE LA EXISTENCIA


1

Me gustaría saber algo de ella, pero todavía no la conozco. Supongo que esa inquietud tendrá sentido cuando llegue el momento de la noticia de su existencia. Ahora, mientras tanto, sólo puedo pensar en la posibilidad de ese hecho para formularme tal pregunta… Espero que, cuando tenga la respuesta, sea lo que me gustaría saber de ella.


2

Él me dijo que no había escuchado su nombre; y le creo porque su nombre es impronunciable, tanto que no existe. En esa nada nominal trato de encontrar los sonidos que luego se articularán en lo que ya será un nombre pronunciable, existente, que se podrá oír, para luego ser pronunciado y así responder sobre si escucharon de un nombre del que ahora nada se sabe.


3

No veo nada entre esta neblina, sólo el vaho que sale por mi boca y que al hablar se funde con ella. Llevo mucho tiempo de pie, en este sitio, hablando sin parar durante siglos, y pienso, ahora, que quizá la provoqué con el hálito de mis palabras que se llevan tanto tiempo preguntando sobre su origen. Más allá no sé si habrá alguna otra existencia, tras este espesor que en las noches se torna de un gris oscuro, por lo que deduzco que hay un sol que crea el día en este planeta esférico que gira sobre su eje (ya sea de manera vertical, horizontal u oblicua); aunque ese movimiento giratorio sólo afecta en los diferentes matices lumínicos de la neblina, según gana el día a la noche o viceversa. Puedo asegurar que mi extenso monólogo de siglos ha sido sobre a ella, pues nada más tengo ante mis ojos que una mancha, a veces fluctuante, que lo abarca todo. Ya no sé si en un principio habría algo más, pues de aquel tiempo ya no me acuerdo, y esa es la razón por la que ando aquí parado preguntándome sobre el origen de esta neblina desconcertante, lo que es, sin duda, una imperdonable falta de memoria.


4

Acabo de nacer a este mundo y salí por un túnel de carne para ver la luz. Oí los gritos de dolor de mi madre cuando dos manos agarraron mi cabeza. No sé si estos pensamientos serán reales porque yo, ahora, tan sólo estoy recién nacido y soy tan pequeño que no puedo pensar ni hablar, y mucho menos escribir, por lo que no creo que sea yo el que esté escribiendo estas palabras, sino alguien que me suplanta. ¡Oye tú! ¡Ya está bien! ¡Deja de escribir en mi nombre! ¡Deja que crezca para expresarme por mí mismo y contar esta historia! Aunque, tal vez, esté equivocado y no recuerde todo el transcurso de tiempo desde que vi la luz por primera vez hasta ahora que escribo sobre ello.


5

¡Cuánto podría saber! Pero, como decía el filósofo: “Lo único que sé es que no sé nada”. Esto, quizá, lo decía por lo poco que sabemos en relación a una totalidad de conocimientos universales o porque somos unos ignorantes respecto a los misterios de la existencia, más cuando ese ser malvado, que llaman Dios, hizo un mundo como éste, donde la mayoría de las personas vienen a sufrir y todas a morir, donde los hombres, hechos a su imagen y semejanza, se matan entre ellos. ¡Menudo mundo creaste! ¿Ésta es tu gran obra? Sin duda embarraste este planeta con tu propia mierda, lo que me lleva a pensar que tú, Dios de los humanos, eres el mismo diablo.

Si dejas que un planeta entero haga la guerra en tu nombre, tú no eres Dios. Amor se llama el que yo quiero, el que hace que las personas nos miremos a los ojos sin rencores. El mío es mucho mejor tú, y por Él no derraman tanta sangre ni se enfrentan las naciones.

La Humanidad entera se echa al fracaso por tu culpa. ¿Estás satisfecho?


6

Cuando pienso en esta vida tan absurda, Dios se me asemeja a un fontanero o albañil chapuza, en este edificio que llamamos mundo que está siempre a punto de derrumbarse y por donde gotean todas las cañerías. ¡Escúchame Dios, a ti te hablo, no te hagas el tonto, ni te des la vuelta ni te escondas! ¡Sal ya y da la cara! ¡Ya está bien de que todos paguemos por tus errores, por tu mal hacer en este mundo infame que dices nos regalaste, por este cuerpo prestado para sortear un sin fin de calamidades! Me parece indigno este regalo que nos ofreces, siempre con condiciones interesadas y promesas sin garantía. Eres un especulador de la nada, que maneja el sufrimiento de las personas como moneda de pago. ¡Qué puedo pensar de ti, albañil chapuza, cuando veo sufrir a tanta gente! Nos pides que lo hagamos bien cuando tú no lo supiste hacer, que tapemos todas las goteras del edificio, cuando esas goteras somos nosotros mismos. Así es el gran tamaño de tu fracaso, que es el mismo hombre y la imagen que crearon de ti.



Derechos Reservados: Pablo Paniagua
http://www.pablopaniagua.blogspot.com/
http://www.bigotuda.blogspot.com/
Imagen de fractales.free.fr
Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution 2.5 License.