Revista de creación artística y literaria

29 de abril de 2008

SANTIAGO BERTAULT LÓPEZ


CANSADA VETUSTA


Rotondas maquinales
Fatigosas y amargadas risas animales
Ovetus de clasicismos sociales
Pueblin grande de parados asóciales
Lloran ya de hastío tus silenciosos urbanitas
En Oveto estéril acabaras
Por no borrar tribus estériles
Por no invocar platónicos deseos
¡Despierta del embrujo de Tanatos!
¡Renace en brazos de Parnaso!







Texto: Santiago Bernault
www.remoraart.blogspot.com
Imagen: Thanatos

26 de abril de 2008

ANA VIDAL EGEA


Aquel septiembre tú habías empezado
a decírmelo todo,
como si después de tantos años
no supieras que daba igual
saber el nombre de las cosas.
Dijiste algo de las mujeres
y yo supe que habías dejado de quererme.

A veces dejo un lado libre en nuestra cama
por si regresas
cualquier noche en que no importe estar desnuda.
No estás.
Yo sigo buscando árboles.
Podré perderme en un bosque algún día
cuando no quiera ser más.


Texto: Ana Vidal Egea
Imágen: Egon Schiele

19 de abril de 2008

CLAUDIA MUNAIZ

BRAILE

Cazaba palabras al vuelo. Si hacía falta las navegaba, las escalaba, las memorizaba. Podían ser palabras declamadas, manuscritas, en verso o en prosa. Las convertía en mentiras piadosas para las adolescentes y en verdades pecaminosas para las casadas. No había mujer a quien no le dedicase alguna. Usaba palabras de usar y tirar para amores de una noche, sinónimos para las conocidas. Eran vocablos azafranados y coloreados. Los moldeaba y los lanzaba sobre ellas. Tenía palabras de mercadillo para castizas y palabras de altura para trapecistas. Palabras sazonadas para las del trópico, palabras en chotis para las gatas. Madame para las francesas, qué tal para las de aquí. Soltaba metáforas para las científicas, recetas médicas para las literatas.
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Hasta que un día se enamoró de verdad y no supo qué decir. Entonces, decidió robar la oscuridad para aprender palabras en braile, tal como estaba, ciego de amor.

Texto: Claudia Munaiz

14 de abril de 2008

JOSÉ IVÁN SUÁREZ

EL CONSEJO


EN las tinieblas piensa

en el número áureo
sobre pi y sus espasmos
AAAentretén el gris
mientras pasan murciélagos
ávidamenteAAAAágiles
en la vil oscuridad
calcula con los dedos,
desmonta hipótesis,
AAAAAAAApero a ellos
no les escuches nunca poner a pruebalos dientes.



Texto e imágen: José Iván Suárez
http://www.amigodediablos.blogspot.com/

7 de abril de 2008

FERNANDO DE LAS CUEVAS TERÁN


EL EFECTO DOPLER



Ahí abajo, junto a ese abrevadero lleno de moscas, se ve a dos hombres tumbados en el suelo. Están sucios y tienen la ropa raída. Llevan barba de varios días; uno de ellos tiene un cigarro en los labios.
- Ni hablar – dice el que fuma.
- ¿Y eso por qué? – replica el otro, que es un poco más alto y más fuerte-. No pienso quedarme aquí tirado.
- No estamos tirados, tío. Sólo seguimos nuestro propio camino.
- ¿Camino? ¿Qué camino? – el hombre más alto intenta matar una mosca de un manotazo, pero se le escapa -. Aquí no hay una mierda de camino; tenemos que coger el tren.
Las ropas, aunque estén raídas y no sean más que harapos, fueron una vez uniformes. Al otro lado de la cuneta pasa una vía, larga y recta, que atraviesa la pradera; no parece sin embargo que circulen muchos trenes.
- ¡Escucha! – grita el más alto de pronto.
Apagado, llega hasta ellos un sonido agudo e inconfundible.
- ¡Un tren!
- Te he dicho que no quiero cogerlo.
Aquellos que, por su edad, vivieron los días en que el ferrocarril era un medio de transporte mucho más común que en la actualidad, saben que el sonido del tren sobre las traviesas es más agudo cuando se aproxima que cuando pasa de largo y se aleja.

- ¡Corre!
- Joder… corro todo lo que puedo.
Dos hombres corren junto al tren de mercancías y tratan de llegar a un vagón que tiene la puerta abierta. Uno de ellos, el más alto, tira en todo momento del otro.
- ¡Más rápido!
El hombre más alto da un salto y casi se encarama al vagón pero, entonces, el otro tropieza en plena carrera y arrastra a su compañero. Caen de bruces sobre la grava; el tren pasa de largo. Cuanta mayor sea la velocidad con la que un tren se aleja, mayor será la separación de las ondas sonoras y más grave el sonido de su movimiento sobre las traviesas.
- De todas formas – dice el que cayó primero, el que fumaba - era un vagón apestoso.
- Escucha – responde el otro, el más alto -, te juro que la única razón por la que no te mato ahora mismo es que tendría que dejar que el próximo tren pasara de largo.
Los dos tienen heridas y el hombre más alto sangra; hace calor.

No parece que por esta vía circulen muchos trenes.
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