Revista de creación artística y literaria

18 de diciembre de 2006

DAVIDO JACINTO

"¡Pobre del alma humana con oasis sólo en el desierto de al lado! "
Alvaro de Campos


1 comentario:

Anónimo dijo...

Grandes son los desiertos, y todo es desierto.
No son algunas toneladas de piedras o ladrillos en lo alto
que disfrazan el suelo, el tal suelo que es todo.
Grandes son los desiertos y las almas desiertas y grandes, desiertas porque no pasa por ellas sino ellas mismas,
grandes porque desde allí se ve todo, y todo murió.

¡Grandes son los desiertos, alma mía!
Grandes son los desiertos.
No saqué billete para la vida,
erré la puerta del sentimiento,
no hubo voluntad u ocasión que yo no perdiese.
Hoy no me queda, en vísperas del viaje,
con la maleta abierta esperando el arreglo aplazado,
sentado en la silla en compañía de las camisas que no caben,
hoy no me queda (aparte de lo incómodo de estar así sentado)
sino saber esto:
Grandes son los desiertos, y todo es desierto.
Grande es la vida, y no vale la pena que haya vida.

Ordeno mejor la maleta con los ojos de pensar en ordenar
que con la colocación de las manos facticias (y creo que digo bien).
Enciendo un cigarro para aplazar el viaje,
para aplazar todos los viajes,
para aplazar el universo entero.
¡Vuelve mañana realidad!
¡Basta por hoy, gentes!
¡Aplázate, presente absoluto!
Más vale no tener que ser así.

Compren chocolatinas a la criatura a quien sucedí por error
y tiren el letrero porque el mañana es infinito.



Pero tengo que ordenar la maleta,
tengo a la fuerza que ordenar la maleta,
la maleta.
No puedo llevar las camisas en las hipótesis y la maleta en la razón.
Sí, toda la vida he tenido que ordenar la maleta.
Pero también, toda la vida, me he quedado sentado sobre el rincón de las camisas amontonadas,
rumiando, como un buey que no llegó a Apis, destino.

Tengo que ordenar la maleta del ser.
Tengo que existir para ordenar maletas.
La ceniza del cigarrillo cae sobre la camisa de encima del montón.
Miro de lado, compruebo que estoy para dormirme.
Sé sólo que tengo que ordenar la maleta,
y que los desiertos son grandes y todo es desierto,
y cualquier parábola al respecto de esto, pero de esa ya me olvidé.
Me levanto de repente todos los Césares.
Voy definitivamente a ordenar la maleta.
Vamos, he de ordenarla y cerrarla;
he de verla llevarla de aquí,
he de existir independientemente de ella.
Grandes son los desiertos, y todo es desierto,
salvo error, naturalmente.

¡Pobre del alma humana con oasis sólo en el desierto de al lado!

Más vale ordenar la maleta.
Fin.

Álvaro de Campos

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