LAOCOONTE
Es difícil anudarse la corbata.
La fuerza de los dedos se desmaya
ante la seda indómita,
ante el ronco desafío que serpea
entre los pliegues de tu cuello,
cercado de franjas azules
en el Narciso que te mira en el espejo.
Es difícil anudarse la corbata,
aunque la luz irrumpa entre tus dedos
dibujando el color en su destreza,
aunque griten tus manos y sean labios
y preparen los besos como puños.
Es difícil anudarse la corbata.
Pero un día,
en la cola de un cine,
quizás en un concierto,
perderás el equilibrio
ante el impulso feroz de alguna joven
que, con vergüenza,
te ofrecerá ruborizada una disculpa:
Perdone, señor, fue sin querer.
Se marchará saltando
arrastrando el silencio entre sus pasos
con el ritmo mecánico
de algún reloj que calzara tacones.
Y ese día,
–perdone, señor–
no sabrá por qué,
se anudará con soltura la corbata
–lo consiguió, señor, enhorabuena–.
Y será un nudo perfecto,
como un nudo de horca
que comienza a cumplir su cometido.
Es difícil anudarse la corbata.
La fuerza de los dedos se desmaya
ante la seda indómita,
ante el ronco desafío que serpea
entre los pliegues de tu cuello,
cercado de franjas azules
en el Narciso que te mira en el espejo.
Es difícil anudarse la corbata,
aunque la luz irrumpa entre tus dedos
dibujando el color en su destreza,
aunque griten tus manos y sean labios
y preparen los besos como puños.
Es difícil anudarse la corbata.
Pero un día,
en la cola de un cine,
quizás en un concierto,
perderás el equilibrio
ante el impulso feroz de alguna joven
que, con vergüenza,
te ofrecerá ruborizada una disculpa:
Perdone, señor, fue sin querer.
Se marchará saltando
arrastrando el silencio entre sus pasos
con el ritmo mecánico
de algún reloj que calzara tacones.
Y ese día,
–perdone, señor–
no sabrá por qué,
se anudará con soltura la corbata
–lo consiguió, señor, enhorabuena–.
Y será un nudo perfecto,
como un nudo de horca
que comienza a cumplir su cometido.
Texto: David Hidalgo
drinkinggaseosa.blogspot.com
Imagen: Mike Swanson
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