INVIERNO
El emperador tenía para él solo cuatro dormitorios, que iba ocupando según la estación del año en la que se encontrase.
Hasta que mandó decapitar al joven cónsul.
Demasiado hermoso para exigirle además fidelidad.
Después de la muerte del muchacho, y a pesar de los años que transcurrieron, ni la guerra que estalló como consecuencia de aquella ejecución ni la compañía continua de otros amantes aún más jóvenes le hicieron volver a querer salir jamás de la habitación consagrada al invierno.
Poema: del libro "Teorías del orden". Poesía 1998-2008 (Ediçoes Sempre-em-pé)
2 comentarios:
Me gusta este hiperbreve, hace ver que todo placer, merece un castigo, hasta en el mundo más ensimismado...
Los inviernos del alma son muy cabrones, me ha gustado.
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