Revista de creación artística y literaria

30 de enero de 2009

MARIO ANTONIO CARAZAS CONDE


EL FIN DEL CUERPO

No creía en Dios, pero sí en el fin del cuerpo
Y el placer ocurriendo en la raíz, en la tierra
Bajo un techo, sin él, más que un sol barnizando
Hasta las uñas de nuestros cuerpos.
Fatigado de anticuados artes
Y la tensa orilla de las palabras
Con un famélico dios adornando mi pensamiento
Y un batiscafo por corazón,
He dejado mis libros coronarse de musgo
Y a tu piel reptante, distribuirse
A los cardinales de mi cuerpo
Obsequiarse como vereda a mis pasos.
Yo entonces, crezco como retama ardiendo
Y eso, ya es decir mucho en las ciudades
Donde nunca estás demasiado cerca a algo
Ni siquiera próximo a un mismo error.
Porque a veces mi voz es una huida entre multitudes
Viaje urbano donde nos aprietan las gentes
Un grito diluyéndose en un hilo de espanto
Sumisión, congestión y congelamiento.
Sacudido de la moral y de la insistencia de querer ser una isla
He profanado los vaporosos linderos de la piel
Espuma ardiendo en la fricción de los cuerpos
Es puma y rugido en la culminación y el principio.
Esponja amorosa, afiebrada y carnosa, líquida y distendida
Espejo a mí, paralelo, raíz que no dobla el viento
Cuando eres tú, toda arteria y sobresalto
Toda estuario y recipiente, toda boca y para siempre, amor alzado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

de lizeth ;

bueno , he leído y me hizo reflexionar , yo tampoco creia en dios pero al leerlo me hizo pensar muchas cosas que no descubri , quien no conoce a mario es un gran maestro que enseña pero bien sus clases de econ... , para que decir., él sí tiene su chispa ...

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