Subir a la barca y esperar que el horizonte regrese.
Soñar despierto cada día, mientras todos trabajan.
Creer que el amor fugaz atrapado es feliz
Pretender que nuestras manos
están libres de toda culpa.
Decirnos que la noche es un párpado cerrado
y el día es recaudador de colores.
Comentar entre sábanas
si nuestra sombra es libre y soberana.
Preguntar a los dioses, por qué no son más humanos
y aceptan sus errores como acepto los míos.
Tolerar nuestra lengua díscola
y sedienta de palabras dulces.
Sorprendernos al descubrir que el enemigo vive,
gime y sueña como nosotros
con días mejores, más justos
y felices.
Así la tierra labora su día feliz sin decir nada.
La tranquilidad regresa flotando
los poemas a estas calles miserables,
el temor es historia desvanecida
y sé que este regreso será súbito reflejo
de primitivos deseos.
Texto: Alberto Navero, www.naveromaulino.blogspot.com
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Foto: Paz Cornejo
2 comentarios:
acabo de leer el mensaje.Gracias. A ver si te puedo responder mañana.
Poco a poco, estáis conformando una antología fantástica. ¡Enhorabuena!
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