Reviente.
Saltarín corroído.
Anémico en salmuera.
Intrépido caracol
En escaleras de Escher
Pintadas à la Van Gogh.
Lujurias rompecadenas
Fumatas madrugadoras
Fornicador exhausto
De prepucio lastimado.
Golpeado
castigado
masacrado
envenenado
Único medio encontrado
para probar que estoy vivo,
dijiste sonriendo
al cruzar nuestro parque,
aunque
para eso bastaba un respiro.
Eros nórdico
El celeste de sus ojos
se ocultó en las sombras.
Y reapareció en un brillo
Que trepaba vigoroso
desde su pubis.
Matilde
Quienes hablan ahora
son su piernas,
más bellas que nunca
en las sandeces
que profiere su boca
de enormes dientes.
Muchacha platense
Rizos color caramelo.
Piel cetrina. Ojos negros.
Detrás de ellos el fuego.
Y, por si acaso,
un libro en la mano.
Iconoclasta
Aquel espectro andrógino
que fantaseaba a diario,
se le apareció seductor e imperativo
una mañana.
Y el pobre intentó tocarlo.
-Ya no dormirás- le dijo el espectro-
y desapareció en la luz del flash
de su cámara..
El poder
--Marcaré los límites de nuestra patria--
dijo el faraón moderno en lata.
--¿Para qué?-- le preguntó el desposeído.
--No quiero que te conviertas en esclavo de mi vecino--.
Textos: Marta Binneti
2 comentarios:
grande
Está ya a la venta el último libro de Harmonie Botella : Y me desnudo lentamente ( Taller del Poeta)
La poesía de Harmonie Botella fluye de una forma apacible cuando nos describe su estrecha relación con la naturaleza, y nos conmueve con la fuerza que transmiten los versos escritos sobre sus preocupaciones y sentimientos. Sentimientos que abarcan la compasión, la añoranza y la tristeza (como en la poesía Y me desnudo lentamente que da nombre a esta obra), y otros más apasionados que aparecen en algunos de sus poemas amorosos, además de la indignación y la rabia ante los problemas sociales, muy especialmente los que sufren las mujeres y con los que, como una de ellas, no puedo dejar de identificarme.
Su poesía tiene un compromiso con las injusticias que todos los días nos bombardean: los conflictos entre culturas y las guerras, la explotación de la infancia o las madres de las que habla en La pirámide de mayo. Pero también escribe de otras inquietudes más cercanas con ternura, como la falta de comunicación y las relaciones deslucidas y rutinarias a las que estamos abocados, reflejándolas con maestría en El caldo del cocido.
La autora se califica como una artesana de la palabra, oficio que, al ser realizado con esmero, produce un ritmo lento. El léxico, también escogido con delicadeza, despiertan los sentidos, por lo que muchas de sus poesías gozan de gran plasticidad, podemos fácilmente "ver" Colores y matices y La onda plateada.
Están escritos sus poemas desde una madurez que, tras las experiencias vividas con el paso del tiempo cerca del mar, elige la esencia de las cosas como hacen los poetas clásicos y, a pesar de que su obra rezuma algo de amargura, no deja de transmitir esperanza y cierto idealismo.
Aurea López, profesora de lengua castellana y socia de ANUESCA
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