MONÓLOGO DE UN FANFARRÓN
Y si aceptamos,
colega del letargo y de la fiebre,
que este insulso impulso
por el tiempo y por el mundo
nos condujo a esta marea
nauseabunda sobre ritos,
sobre horarios,
sobre símbolos inútiles.
Si afirmamos que este fuego
de las mentes es el fuego
del dolor en eufemismo
y que el alivio para el limite de este terror
es el incendio en esta prosa
y un alarido en los violines.
si concluimos aquí esta aciaga
tarea de morirnos sin la carne,
colega del letargo y de la fiebre,
entonces lograremos ser la niebla entre los pinos,
el humo del cigarro,
y hemos de cuidarnos de volver a la palabra
Revista de creación artística y literaria
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