Revista de creación artística y literaria

16 de julio de 2009

PURI NOVELLA


CARNE VIVA



Me dejé la piel.

No eran las cinco en punto de la tarde,

ni siquiera recuerdo la fecha precisa,

pero sé que la lluvia me dolía

y el viento trazaba heridas fugaces

sobre mis hombros decaídos.

Supe que me había quedado sin piel

cuando ví como me miraba,

con la pena de los atardeceres rotos,

rescoldos de amor viejo

y los bolsillos vacíos.

La peor limosna

es una caricia marchita.

“Vete por dónde has venido”,

quiso decirme aunque no pudo,

“me siento incómodo”.

Yo buscaba, aterida,

la sombra aún caliente de lo que fuimos,

pero los cadáveres se descomponen rápido

queriendo convertirse en ausencia,

trampa de un recuerdo magnificado

donde el dolor se torna poesía.

Me dejé la piel,

pero no fue suficiente.

Nunca lo es.

Cuando nos vemos,

todavía la lluvia huele a playa desierta,

y me duele.


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